Singapur F1: Retrospectiva

Si vives en el desierto de los Monegros y te sobra el dinero, puedes plantearte la posibilidad de hacer casi cualquier cosa en semejante secarral. Construir un lujoso campo de golf, con su maravilloso hotel de diez estrellas, y dotarlo de las más variadas, funcionales y gilipollescas instalaciones, es cuestión de tener la chequera siempre preparada y el bolígrafo cargado con mucha tinta. Podríamos también hacer una universidad, a lo grande, con pueblo y todo, como en Cambridge, donde se ubica Harvard. Pero la realidad es que a nuestra universidad no asistirán muchos alumnos, ni genios, ni grandes profesores, solo una serie de gentes que no tienen dónde caer mejor. Pero como tenemos mucho dinero, podremos empezar a comprar influencias para potenciar nuestra universidad, ganándonos el cariño de la decadente clase política de turno para, a partir de ahí, comenzar a cerrar las universidades que son nuestra competencia. Al estudiante no le quedará más remedio que asistir a nuestra universidad y pagar lo que le pidamos, claro está, si quiere estar cerca de su hogar.

Eso es precisamente lo que se está cociendo en la F1, con el abuelete usurero Bernie y con todas sus nuevas sedes, que no circuitos (dejen en paz a Tilke): están cerrando los lugares históricos que pide el público para beneficiar, no a otros aficionados, sino el ansia de expansión de un determinado personaje. A mi modesto juicio, es evidente que llevar la F1 a Singapur es un ejercicio de traición al aficionado a la F1 tradicional, pero dentro de dos días, cuando a Ecclestone no le den lo que pide en Singapur, cogerá un mapamundi y, al azar, traicionará a Singapur y abrirá los brazos, quizá, a algún lugar como Egipto o Jamaica. Al tiempo.

Y es que ver la F1 en Singapur, un verdadero tostón de circuito, a los aficionados como quien les escribe, es algo que solo soportamos por nuestra afición y amor a este deporte, detalles éstos que no se le escapan a Ecclestone, y como buen pajarraco con plumas canosas que es, sabe que nos puede hacer tragar cualquier hueso correoso que nos ponga en la nariz. Tiene la sartén por el mango, y llegado el caso, no dudaría en atizarnos con ella en la cabeza, ¡y ahí seguiremos!

Pero fijándonos en el historial de dos grandes premios que se han disputado allí, hemos tenido el mayor escándalo que recuerdo en la F1, el llamado crashgate de 2008, donde Nelsinho Piquet (entonces compañero de Fernando Alonso) se estrelló a propósito contra el muro para que su compañero de equipo venciese. Hay que ser muy corto de entendederas para hacer eso. Todos recordaremos lo que pasó, y es que el señor Mosley, entonces presidente de la FIA, sediento de venganza contra Briatore, montó un esperpento de vista en la sede de la FIA en París y fueron condenados de por vida, Pat Symonds y el citado Briatore. Sí, señores aficionados, la carrera más sucia de la historia fue en Singapur, y el deshonor de vencer dicha aberración lo tiene Fernando Alonso.

Tamara Ecclestone.

La carrera del año 2009 pasó sin pena ni gloria, pues el poderío que mostraban los coches de Brawn GP se iba diluyendo poco a poco, y los Red Bull, Toyota y McLaren se les subían a las barbas. Sanciones, algún adelantamiento, y la imagen de Fernando Alonso en el podio dedicándole su trofeo al entonces apestado Flavio Briatore. Quizá debería haberlo dedicado a sus aficionados, que se estuvieron tragando todos sus optimismos infundados durante toda la temporada, sin rechistar. Y para cuando hay algo bueno, se les da la espalda. Por cierto, ahora que están crecidos en Ferrari y que Alonso promete un coche puntero para la lucha por el mundial, debería recordarles alguien que ya no les quedan más motores, es decir, que deberán utilizar motores usados ¿se acuerdan del despilfarro de motores del inicio de la temporada, cuando decían que no estaban preocupados? Pues por aquí sale ahora la cosa, y es que si en Ferrari montan un motor nuevo, perderán 10 posiciones en parrilla de salida.

En fin, resumiendo, que no quiero hacerles el cuento largo, que el circuito de Singapur se le da bien a Fernando Alonso, pues con la ayuda de Nelsinho fue capaz de ganar subido en una furgoneta, pero hay otro piloto que con un mediano coche ha demostrado que el trazado asiático le va de maravilla, y es Nico Rosberg, al que se le privó de la victoria en la cuasi delictiva carrera de 2008, y al que un error al pisar la línea continua de la salida de boxes le costó un drive-through. Finalmente terminó en la undécima posición, pero podría haber estado en el podio si no es por ese pequeño error.

El Williams que llevaba Rosberg puede ser en cuestión de rendimiento comparable al Mercedes que calza ahora el alemán, pero con una diferecia sutil, que en Williams se suelen mantener e incluso mejorar a lo largo de la temporada y el actual Mercedes, es un coche que a duras penas mantiene sus números, de hecho, poco a poco pierde algo de fuelle.

Pero no se les olvide que hay otro piloto al que tampoco se le da nada mal el circuito de Singapur, y es al inglés Lewis Hamilton, el coco de la afición alonsista, que cosechó una meritoria tercera posición en el GP de la vergüenza, y una victoria en la carrera de 2009.

¿Quién da más? Espectáculo artificial en la F1, carrera nocturna (me van a perdonar, pero eso de correr por la noche no lo termino de ver), polémicas antiguas que volverán a aflorar, lucha por el título mundial y, en medio de todo este tinglado que recuerda a un mercadillo árabe, el recuerdo a un piloto (ni mejor ni peor que la mayoría) que dijo adiós esta misma semana y que probablemente nunca volveremos a ver conducir un F1 en carrera: Pedro de la Rosa.

¡Y pensar que teniendo verdaderas bellezas repartidas por el mundo, nos estén haciendo perder nuestro tiempo en circuitos que olvidaremos en unos pocos años! Circuitos como Imola, Kyalami, Buenos Aires, Watkins Glenn o el Hermanos Rodríguez de la Ciudad de México, entre otros, nunca serán olvidados.

“El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce”

Edward Thomas