13 de agosto de 2009

Max Papis: “En la F1 puedes comprar los resultados”

La Palma.- Como aficionado desde hace muchos años de la F1, les recomiendo que se den una vuelta de vez en cuando por webs de otras categorías automovilísticas, ya que además de conocimientos, sacarán algo bastante más provechoso: enseñanzas.

Dando mi paseo diario por las diferentes categorías que adornan el mundo del motor me he encontrado con una joyita, unas declaraciones que en la web oficial de la Nascar hace el piloto Max Papis, un trotamundos de los coches, que es todo un señor y un ejemplo de sacrificio, profesionalidad y humildad que deberían seguir todos y cada uno de los que se inician en este tupido mundo de arrogancias, envidias y voluntades frustradas.

Fiel a mi costumbre, le daré un breve repaso a lo que ha sido Papis a lo largo de su carrera, a ese semblante de mafioso matón de película que es solo un escaparate que opaca la sencillez de su ser.

Maximiliano Papis tiene 39 años y nació en Como, Italia en 1969. Papis comenzó en la F1 como probador en 1994 de nada más y nada menos que de la escudería Lotus, una escudería ya decadente que no volvería a reverdecer sus laureles y que contaba en aquel entonces con Johnie Herbert y Philippe Adams. Terminó su trabajo en la escudería inglesa y consiguió un asiento en 1995 para el que era su sueño y por el que empeñó todo su capital, 400.000 dólares de la época.

Era la ilusión de un joven que dedicó toda su juventud a llegar. Todos sus ahorros y todas sus ilusiones a una sola carta: el equipo Footwork. Su sueño fueron siete carreras en las que en cinco abandonó, consiguiendo además una meritoria séptima plaza en Monza y una duodécima posición en Nürburgring. Su sueño su murió.

Cerró la puerta en la F1 y decidió saltar a América, a la categoría CART-ChampCar. Se inició en un lamentable equipo llamado “Team Arciero Wells”, donde estuvo en 1996, 1997 y 1998, donde su mejor logro fue conseguir una brillante quinta plaza en Houston en su último año en el equipo, carrera ganada por un tal Dario Franchitti.

El año 1999 fue su salto a la alta competición, pues pasó a formar parte de un gran equipo, “Team Rahal” y terminó sexto el campeonato. En 2000 y 2001 continuó en el equipo y consiguió tres victorias. Llegó la tan ansiada recompensa.

Delante de Montoya en Long Beach


En 2002 comenzó a diluirse y en 2003 se selló su despedida de la categoría, pero en sus últimas cuatro carreras, consiguió 3 top-ten y una cuarta posición para su equipo, “PK Racing”.

Max siempre tiene un recuerdo para la F1, mezcla de resentimiento y pena "Se llevaron mi sueño, lo usaron, y lo tiraron. Ése es el recuerdo que tengo de Fórmula Uno: Falta de respeto por el sueño de un chico joven, el sueño y el trabajo hecho por aquellos que me llevaron hacia allí".

"Para mí, yo tengo algunos amigos allá. Los amo, en especial alguna gente de F1. Pero no me gustó por toda la falta de respeto hacia el ser humano. Por eso es que, aquí, encajo mucho mejor, pues yo pienso que soy un buen ser humano, y la gente me acepta por lo que soy. Allá, primero se fijan en tu billetera, y luego se fijan en si eres el hijo de alguien famoso, no sé. Si no tienes una de esas características, te dan una patada en el trasero y te dejan ir", manifestó el de Como.

Actualmente milita en la todopoderosa Nascar, donde corre con su Toyota. No está siendo fácil para Max la categoría, pues el mundo de los óvalos es complicado para los pilotos de circuitos mixtos. Además, está en un equipo que lucha por clasificarse para cada carrera y la presión que ese factor ejerce, se deja notar sobre las espaldas del italiano "Estar más adelante definitivamente, no digo que haría más fácil mi vida, pero yo podría estar un poco más en ritmo, y mi equipo sería de alguna manera más aceptado".

El pasado fin de semana, Papis compitió en Watkins Glen y consiguió una extraordinaria octava posición. Solo 10 carreras a sus espaldas en la Nascar y entrar dentro del top-ten hacen que sea un enorme triunfo en su carrera deportiva el resultado del Glen. "Un día como el lunes, pienso que es como un pequeño regalo que llega, y que les dice a todos que a veces David le gana a Goliat. Éramos tan pequeños, logramos tanto. Me hizo recordar que toda la ayuda, todos los consejos de mi padre, toda la gente que me ayudó en el camino, están todos a bordo conmigo. Cuando estás allí, y te queman los brazos, te faltan 10 vueltas, usas todo lo que tienes, pues ésta es tu oportunidad".

"
Esto es lo que quiero hacer, y la NASCAR va a ser lo último que yo voy a hacer en mi trayectoria. No me van a ver corriendo en ninguna otra cosa, no de manera seria. Quizás karting, o algo así. Estoy dedicando toda mi vida, y mi familia también se está dedicando y haciendo un gran esfuerzo. Sin mi esposa, Tatiana, y mis hijos, nunca podría hacer lo que estoy haciendo. Pido mucho de ellos para que yo pueda alcanzar mis sueños", comentaba Massimiliano.


Pero el amargor llega a los ojos de Max cuando recuerda lo que era y es la F1, y nadie mejor que él para definir la “categoría reina” del automovilismo "
La diferencia es que aquí uno no puede comprar los resultados. Uno necesita crearlos. El ser humano y el equipo están creando tu éxito. En F1 puedes comprar los resultados, pues puedes hacer un nuevo deflector delantero, puedes hacer un nuevo alerón trasero, hacer cosas diferentes. Aquí, depende mucho de la gente. Por eso es que me gusta tanto, pues aquí no existen las excusas, mis muchachos arruinaron mi auto, mi auto no es veloz este año... Tony Stewart tiene el mismo auto que yo. Así que ahí no hay diferencias".

"Eso es lo que me gusta de esto. Saca a relucir lo mejor. Y al mismo tiempo, hay tanto respeto por el ser humano aquí. Ustedes deberían estar muy orgullosos de estar aquí. Estoy orgulloso cada día de estar aquí. Estoy orgulloso cada día cuando entro en este garage, pues es algo especial, es algo muy especial poder estar aquí con deportistas como Carl Edwards, Jimmie Johnson, gente que gana 20 veces más dinero que la mayoría de la gente en F1, pero son más humildes. Ésa es mi opinión. Quizás he sido un poco demasiado duro, pero siempre digo lo que pienso".

Pues este Max tiene toda la pinta de ser un señor al que la vida maltrató con una bofetada de orgullo, y se ha resuelto a levantar la cabeza, buscando humildemente su oportunidad en un mundo en el que era un extraño y del que ya no quiere salir.

A Juan Pablo le pasa lo mismo. ¿Y no será que estamos demasiado empeñados en estar siempre en el máximo nivel y no nos damos cuenta de cual es esa cota?

Persona agradecida y sencilla este Max, que ha hecho de la sencillez y su familia sus objetivos en la vida.

Vía │ Nascar.com

6 comentarios:

  1. A Max Papis se le respeta mucho en el mundo de la Nascar. Sobre todo por su forma de ser. Siempre de muy buen humor, encantador con los fans, siempre de broma con la prensa...Solo le falta un asiento fijo, pero se lo está currando, y cada vez tiene más oportunidades. Muchos deberían aprender de él. Martín una pena no poder terminar de leerlo, échale un vistazo a ver si solucionas el fallo. Un saludo

    ResponderEliminar
  2. ¿Fallo? ¿No terminar de leerlo? A mí me aparece bien en pantalla toda la entrada.

    ResponderEliminar
  3. Qué buen artículo, Herzog. Con gente como Papis, una se da cuenta de que todo está muy podrido en la F1 y que quizás un día tendremos que mirar a otro lado.
    Felicidades

    Inés

    ResponderEliminar
  4. Gracias Inés. Da satisfacción que te lean y aprecien el esfuerzo de uno.
    Bienvenida y te llemos

    ResponderEliminar
  5. Antes he abierto el artículo con Google Chrome, y no se ve el final, pero en el Explorer se ve perfectamente (otra cosa que sabemos).
    Después de terminar de leerlo, más convencido estoy de que en la F1 mucha gente debería bajarse de su pedestal, porque corren el riesgo de alejarse demasiado de los aficionados, que al final son los que les dan de comer...

    ResponderEliminar
  6. Llevan siglos lejos del aficionado, tanto que corremos en Dubhai y no en San Marino

    ResponderEliminar