Cuando te sientas cómodamente en la mecedora instalada en el porche, colocando cómodamente tus pies sobre la barandilla, encendiendo la pipa tras haber llenado convenientemente el estómago y saboreado un buen café de Kenia, tu mirada se pierde en lo infinito del paisaje, rondando de acá para allá, degustando cada detalle y cada rincón, cada árbol y cada piedra, hasta que la monotonía del paisaje nos adentra en eso que algunos temen, los propios recuerdos, esos que alteran el ritmo cardíaco para bien o para mal de nuestro obstinado corazón.
Y generalmente la postal descrita se puede acometer cuando uno no tiene nada mejor que hacer, o cuando uno se la impone como costumbre necesaria. Me gustaría que en mi caso fuese la segunda opción, pero no es así, y únicamente puedo disfrutar de esa maravillosa media hora cuando las obligaciones y quehaceres me lo permiten. Ayer mismo conseguí acceder a ese espacio íntimo, y mi mente vagó, por primera vez en mucho tiempo, eligiendo inconscientemente a la F1, evitando el presente y manteniéndose obstinada en el pasado de la categoría, rebelándose terca contra esa chusmilla de malcriados que son los pilotos actuales y contra esos dirigentes de FIA y FOM que han conseguido convertir un noble deporte de caballeros valerosos en un negocio próspero con pies de barro y entrañas malolientes. Y seguí paseándome, recordando maniobras imposibles de pilotos que están en la gloria, diseños imposibles de ingenieros atrevidos y circuitos maravillosos que ahora tienen su nueva vida como un trozo de alguna carretera secundaria.
Y llegué al blanco y negro, y como no, me detuve en Alfred Neubauer y recordé el que era su terrible presente, su día a día. Era un señor que fue el precursor del jefe de equipo actual (eso que muchos llamamos Team Principal), que aportó aire fresco a las ideas costrosas de los primeros años del automovilismo. El bueno de Neubauer sufría la crueldad de una categoría que haría palidecer de espanto a los jefes de equipo de la actualidad, y es que no podía entablar una relación de profunda amistad con sus pilotos por no hacerse daño a sí mismo. Los jefes de equipo de esos años sabían que muchos de los pilotos que conocían iban a morir en los circuitos.
Evidentemente, Neubauer, no podía abstraerse del apego que su corazón le forzaba a tener, pues los pilotos eran sus compañeros de trabajo, y a alguno llegó a considerarlo casi como a un hijo, como a Rudolf Caracciola o Richard Seaman. Muchas veces, cuando el piloto no aparecía por línea de boxes cuando debería hacerlo, Neubauer se temía lo peor, imaginando al piloto envuelto en llamas y volteando a ver a su esposa o novia (que generalmente estaban en el box del equipo), compadeciéndose de la chica y comprendiendo la incertidumbre y el terror que la recorrían, aunque sintiendo en solitario el dolor y la impotencia de saber el destino escrito para los corredores. Una losa demasiado pesada para ser cargada por una sola persona.
No importaban los colores del piloto, pues todos eran una gran familia, y las rivalidades se apagaban cuando la desgracia rodaba sobre el circuito, y el duro Neubauer, el Rennleiter, lloraba en silencio las pérdidas de hombres como Richard Seaman, Luigi Fagioli, Bernd Rosemeyer, Pierre Levegh, así como otros grandes dramas como la caída en el mundo de las drogas del increíble Achille Varzi.
Son sólo algunos ejemplos del enorme sufrimiento que tuvo que soportar el Rennleiter, que tuvo su culminación en las 24 horas de LeMans de 1955, cuando uno de sus coches se salió de la pista y chocó contra una tribuna, matando a más de 80 espectadores. Neubauer no pudo soportarlo más y se retiró del mundo de la competición. Había disfrutado mucho y sufrido demasiado.
Y yo, sentado en mi mecedora, viendo el mar, con una suave brisa que refresca mi cara, recordando todas esas historias del pasado, terribles y heroicas a un tiempo, no puedo dejar de comparar todos esos sufrimientos con el nivel de acomodamiento de la F1 actual… y realmente siento satisfacción porque las personas no tengan que sufrir lo que sufrieron Neubauer y sus contemporáneos. No, eso eran otros tiempos.
Lástima que se haya perdido el respeto y la memoria de lo que esos precursores del automovilismo construyeron. Debemos echar de vez en cuando la vista al pasado y acordarnos de que la historia de la F1 no siempre fue el espectáculo aburguesado de masas que es ahora, sino que su historia se ha escrito con demasiada sangre, dolor y fuego. Eran otros tiempos que jamás deberemos olvidar.
Buenas tardes Martín.
ResponderEliminarEn este país no interesa a la prensa dar historia de este deporte, prefieren decir chorradas sobre Alonso o HRT para satisfacer al publico que se hán creado. Menos mal que a los blogger's les gusta recordar para ilustrar a los más nuevos en el deporte.
Un saludo.
Estimado Martín,
ResponderEliminarHas conseguido evocar en mí
los viejos videos de Don Alfredo y su “pequeña” barriga, peleándose con todo el
mundo para que lo dejasen en el muro, agitando banderas y demostrando cual debía
ser la verdadera forma de llevar un equipo, de algo que después sería la F1.
Estoy totalmente de acuerdo con Fourier sobre la desidia general de la prensa española
sobre este tipo de carreras, tratándola como un Cesc más de verano.
Refrescante.
Saludos
Buenos días:
ResponderEliminar-Fourier: Lo que dices es efectivamente pan para hoy y hambre para mañana. Ahora todos agradecen a Alonso lo que se ve de la F1 actual, donde podemos ver los libres, unos previos kilométricos, mil entrevistas y análisis, etc. En ese sentido hemos ganado los aficionados. Pero hemos perdido porque Bernie ha llevado la F1 en este país a donde quería, es decir, al completo borreguismo fanático que dejaría de comer para poder ir a Montmeló y dejarse los buenos euros en las arcas de la FOM. Me quedo con una cosa, y es la cantidad de buenos aficionados que se crearán de todo esto.
-Primo: No creo que la prensa española tenga desidia en este asunto, es más, yo creo que tienen las cosas muy claras para hacer grande su negocio. Un día se marchará Alonso y tendremos que hacer virguerías para seguir informados... pero las haremos ;)
saludos
Esto mismo ha pasado con cualquier otro deporte, con la música, con el cine, con el porno... You name it.
ResponderEliminarQuerido José:
ResponderEliminarNo estoy muy de acuerdo, porque dejando vagar mi mente en busca de ejemplos que tengan el pasado muy presente, se me ocurren algunos: la F1 en Brasil, la NASCAR, la afición del Real Madrid de fútbol, el cine porno... ¿como no recordar a Ilona Staller?
Buenas tardes:
ResponderEliminarMe gustó el artículo. Precisamente no hace mucho me contaba Primo de Anónimo en Twitter lo que Neubauer representa para la F1 actual, si Schumacher es el precursor del piloto actual, Neubauer lo es del jefe de equipo, todo muy alemán.
Me gusta Neubauer porque me recuerda a la leyenda de las flechas de plata, aunque fue precisamente él quién la desmintió en su libro (los Mercedes plateados nunca habían sido blancos) y desconocía cosas como su reticencia a la amistad con los pilotos, tema sobre el que leeré apenas tenga vacaciones (me temo que hasta septiembre nada) una vez despierta mi curiosidad.
Ojalá los comentaristas nos contaran más este tipo de cosas y nos vendieran menos las hazañas de todo lo patrio.
Lo de que haremos virguerías en la época post-Alonso para mantenernos informados es muy cierto, pero habrá una gran ventaja que no existía (al menos no como actualmente) en la época pre-Alonso: Internet, ese cibermundo en el que siempre nos quedarán los blogueros para que nos cuenten las grandes historias de la F1.
Nuska
P.D: sin afán correccionista, la palabra "Rennleiter" viene de "Rennen", carrera y "Leiter", director, y por tanto director de carrera. Si busca la palabra para director de equipo, sería más normal Teamleiter, aunque los alemanes usan "Team principal", como en inglés.
Buenas tardes, Nuska:
ResponderEliminarQué bueno que te gustó. De acuerdo contigo, y ojalá los medios actuales hablasen más de la historia de la F1. Si antes de las carreras nos pusiesen otra carrera de hace muchos años, creo que se fomentaría afición por la categoría, y no sólo por forofismos temporales.
Buen apunte el de la palabreja alemana. El jefe de equipo y director de carrera son cargos que antes se confundían y ahora también, refundiéndose en una misma mente pensante. Es sólo una forma de llamarlo ;)
saludos
Estimado Martín,
ResponderEliminarNo sé que coñ... hacer con esta sección de comentarios. Me tiene una manía profunda.
Fíjate en lo que habéis escrito todos, son renglones que llegan más o menos al final del espacio disponible y además cuando escribís un punto y aparte, lo crea de forma maravillosa.
En mi caso parece que escribo verso. No ocupo todo el espacio, aparecen saltos de renglón sin que yo los cree.
Al principio pensé que era por escribir directamente, luego pase a escribir en word-file y copiar. Lo penúltimo fue cambiar el perfil de entrada ¿Algo más para ser un prosista cualquiera y no un pedante poeta?
PD. ¿No lo tendrás programado para que me desquicie? ¿No?
Y ahora que protesto me lo pone bien.
ResponderEliminarEl espíritu de Schumacher posee a este blog y me persigue por todas partes (¡Parezco Mou!).
Querido Primo:
ResponderEliminarYa me hiciste reir. Pero ¿de veras crees que yo soy de esos que le agarro demasiado apego a tal o cual piloto? ¿a que no sabes a quién apoyaba yo cuando las luchar de Alonso y Schumacher hace 6 años?
saludos ;)
Estimado Martín,
ResponderEliminarApoyar a Alonso en aquella época no tenía mérito. Lo que tiene mérito es apoyar a Williams desde mediados de los 70 hasta ahora, habiendo pasado por la época de grandeza hasta esta de ocaso total ¿O no? Porque ya no tenemos al genio de Head, ni sus últimos inventos, ni piloto decente, ni dinero, ni patrocinadores y en unos minutos no tendremos ni al venerable Sir.
Ahí estamos, sufriendo y constatando que nuestro Williams del alma está en su recta final, y a cada fin de temporada, cada día, esperamos el anuncio del definitivo cese de actividades y disolución del equipo.
ResponderEliminarTriste es.
saludos